LA FIESTA DE
LA TRANSVERBERACIÓN: SU
HISTORIA Y SU INTERPRETACIÓN
Manuel
Diego Sánchez, carmelita
Pocos
santos en la Iglesia católica tienen una doble celebración litúrgica; entre
esas excepciones se encuentra Santa Teresa que, además de la fiesta propia del
15 de octubre en el día más cercano a su muerte, desde el siglo XVIII se le
añade otra fiesta, la de la Transverberación de su corazón, un fenómeno o una
gracia mística que recibió varias veces en el monasterio de la Encarnación de
Ávila y en otros sitios de la misma ciudad, como en la casa de su amiga íntima
Doña Guiomar de Ulloa. Todo sucedió antes del 1562.
Actualmente
esta segunda recurrencia litúrgica, la de la Transverberación, sólo se celebra
dentro de la familia del Carmelo Teresiano y en las diócesis de Ávila y
Salamanca. Pero con una particularidad, que mientras el día oficial es el 26 de
Agosto (así, p.e. en Ávila y en todo el Carmelo Teresiano), sólo en la diócesis
de Salamanca y en Alba de Tormes se celebra el 27 de agosto, la primera y más
antigua fecha litúrgica. Y además Alba de Tormes goza de otra particularidad,
la de que es el único lugar donde es festiva esta ocurrencia de la
Transverberación, incluso a nivel civil, es decir, una jornada no laborable.
1. La historia de esta segunda fiesta teresiana, más bien
tardía, va ligada a una mentalidad determinada donde cuenta, además del peso
del arte y de la iconografía, la presencia de la reliquia del corazón
incorrupto de santa Teresa en Alba de Tormes, como testigo mudo, pero eficaz de
aquella gracia mística. Es en el siglo XVIII cuando se solicita a Roma esta
nueva celebración, en apoyo de la cual se exige una inspección o examen médico
del corazón, por si se puede demostrar la persistencia de alguna huella o rastro
(herida) del fenómeno místico. Eran deudores, por tanto, de una lectura física
y natural del fenómeno que, veremos, tendrá incluso repercusión en los textos
litúrgicos que se componen para la misma. Tal examen o proceso se efectuó en el
1726 (hay copia en el archivo del Carmelo de Alba) y expresamente se dice que por
él se trataba de verificar la llaga de la transverberación. Tan obsesionados
estaban por esta interpretación, que hoy nos asombramos de las palabras literales
de aquel informe: Descúbrese también en
el sagrado corazón, en la anterior y superior parte, una cisura o división que,
empezando en la parte derecha a la siniestra, se extiende casi por todo él;
está la división hecha al través, y represéntase ser propiamente herida; lo que
tiene de ancho es muy poco; la profundidad es tal, que se infiere haber
penetrado la herida la sustancia y ambos ventrículos del corazón. Consta
manifiestamente de su figura haber sido hecha con mucho arte, con instrumento
cortante, agudo y ancho. Asimismo aparecen en el mismo corazón, así delante
como detrás, otras cisuras o divisiones, aunque de menos cantidad, a manera de
unos agujeritos redondos, cuya causa no alcanzamos: dícese comúnmente ser
diversas heridas hechas por los ángeles en otras varias ocasiones. Déjanse
también ver las señas de la combustión en el color rojo oscuro, o casi negro
que tiene, especialmente en la circunferencia de la división o cisura grande (Reproducido
en J. de Lamano, Santa Teresa de Jesús en
Alba de Tormes, Salamanca 1915, pp. 358-359). Esta descripción hecha por
médicos de la época, está predeterminada o influenciada por lo que a toda costa
se quería encontrar: el rastro de una herida física en el corazón. No la
suscribiría ningún especialista médico de nuestros días. Como consecuencia de esa
lectura se tendría que admitir que Santa Teresa vivió la última parte de su
vida milagrosamente, es decir, a corazón abierto, y esto como consecuencia del
dardo de la transverberación. Nadie admite actualmente esta lectura, aun pudiendo
contemplar tal cisura en la víscera de parte a parte, pero que tiene otra
explicación más natural.
La descripción
teresiana (Vida 29, 13-14), como también la explicación que da Juan de la Cruz (Llama
de amor viva 2,6-12) del mismo fenómeno, que seguramente el místico de
Fontiveros escuchó de labios de la misma santa Teresa, no conducen a las mismas
conclusiones de aquellos médicos. Se trató de un fenómeno netamente espiritual,
aunque –como dice la misma Santa- redundara también en el físico y le dejara un
cierto dolor. Pero nunca da entender que fuera herida natural y física.
Pero aquella
mentalidad tuvo su peso, tanto que el Papa Benedicto XIII decretó la fiesta
(25.7.1726), en un principio sólo para la Orden carmelitana, aunque se intentó
extenderla en el siglo XIX a toda España.
Por lo tanto desde esa fecha (1726) en Alba de Tormes se celebra la
fiesta de la Transverberación el 27 de agosto, sobre todo aquí, aunque con
menor grado litúrgico de la solemnidad propia del 15 de octubre.
2. Esa lectura influyó hasta en los textos litúrgicos aprobados
para la celebración que adolecían precisamente de esa insistencia en las
consecuencias físicas del fenómeno místico. Un planteamiento poco adecuado y
conforme al contenido y lenguaje de la liturgia cristiana. Nunca se celebra, ni
es el misterio a recordar en la celebración litúrgica cristiana, un órgano
físico de un santo, nunca, sino más bien la presencia y la actuación de Dios,
de su Espíritu en esa persona, eso sí, significada en el corazón, como símbolo
significante en nuestra cultura de una personalidad transformada por Dios,
herida de amor por él. Aquí, para resumir, recordamos a Teresa totalmente
centrada en Dios y movida siempre por el amor a Jesús, como lo demostrará la
vida posterior de ella: fundaciones, trabajos, amor a la Iglesia y sus
problemas, escritura mística, etc.
Por eso,
en la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II la liturgia de la
Transverberación (textos y lecturas bíblicas) fue renovada y corregida sobre
todo en eso, en el lenguaje, ateniéndose más a una expresión bíblica de
carácter simbólico-espiritual que no a una afirmación rotunda de la fisiología
del hecho. Porque estamos convencidos de que esta experiencia mística coincide
del todo con la Revelación divina consignada en la Biblia. No podía ser de otro
modo. Con ayuda de San Pablo y del evangelio de San Juan ahora se recuerda a
Teresa en este día como una mujer especialmente llena del amor de Dios
(abrasada o herida simbólicamente en su corazón), en la que fue derramado de
forma particular el fuego del Espíritu Santo, el cual la condujo al servicio de
los demás y de la Iglesia, mediante la oración y la revitalización de la vida
carmelitana. Es decir, que tanto su carácter místico como su obra fundacional
son la consecuencia más evidente de esta gracia mística de la transverberación.
Digámoslo de otra manera: en un determinado momento Dios la ha querido dar a
entender (incluso mediante el lenguaje del símbolo: corazón, flecha, fuego,
herida…) lo que estaba sucediendo dentro de su personalidad en esos momentos,
el que era una persona unificada y se movía sólo y únicamente desde la
experiencia del amor de Dios, que era el verdadero motor de su vida.
3. Creo que la fiesta actual de la Transverberación nos
ayuda a entender mejor la figura de Santa Teresa, no sólo como fundadora y
escritora mística, sino como una mujer que ha
padecido (el verbo más adecuado para definir toda experiencia mística) en
su propia vida terrena esa irrupción del amor de Dios, el Espíritu santo, que
la ha transformado y ha hecho una persona más abierta, más dispuesta, más
entera; de forma que cuanto dice y hace sale de ese centro unificador que sustenta
su personalidad, la fuerte presencia del amor de Dios en su vida (en el
corazón), pero hecho urgencia y necesidad de ser comunicado.
Todas
las representaciones artísticas que conocemos de este fenómeno, aun siendo también
de carácter simbólico y expresivo (el corazón como la expresión más completa de
la persona humana), nos conducen a esta lectura superior y profunda que sabemos
forma parte del drama personal de cada uno de nosotros: ¿Por qué me muevo y
lucho y trabajo en esta vida? La respuesta personal de santa Teresa ya la
sabemos, y es lo que constituye el motivo de esta fiesta litúrgica del mes de
agosto en la villa de Alba de Tormes.
*Algún
día quisiera explicar la interpretación originalísima de la gracia mística de
la Transverberación que nos ofrece un cuadro existente en Alba de Tormes, en
concreto, en el camarín alto del sepulcro que ahora podemos visitar.
JUAN DE LA
CRUZ EXPLICA LA
TRANSVERBERACIÓN DE SANTA TERESA
DE JESÚS
En su obra de madurez, la Llama de
amor viva, canción 2ª, Juan de la Cruz habla de la merced del dardo, y
todos los estudiosos e intérpretes coinciden que está hablando de Teresa, de
cuyos labios puede haber escuchado esa gracia sufrida por ella. Es una
interpretación muy fina y rebuscada, incluso desde la vertiente del lenguaje
que aquí debe hablar de algo que es esencialmente inefable. Lo hace explicando
la poesía y reproducimos aquí el texto
muy seleccionado:
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.
“… en esto hay diferencias de este amoroso cauterio al
del fuego material: que éste la llaga que hace no la puede volver a sanar si no
se aplican otros medicamentos, pero la llaga del cauterio de amor no se puede
curar con otra medicina, sino que el mismo cauterio que la hace la cura, y el
mismo que la cura, curándola la hace; porque cada vez que toca el cauterio de
amor en la llaga de amor, hace mayor llaga de amor, y así cura y sana más por
cuanto llaga más. Porque el amante, cuanto más llagado, está más sano, y la
cura que hace el amor es llagar y herir sobre lo llagado, hasta tanto que la
llaga sea tan grande, que toda el alma venga a resolverse en llaga de amor. Y
de esta manera, ya toda cauterizada y hecha una llaga de amor, está toda sana
en amor, porque está transformada en amor.
Y en
esta manera se entiende la llaga que aquí habla el alma: toda llagada y toda
sana. Y porque, aunque está toda llagada y toda sana, el cauterio de amor no
deja de hacer su oficio, que es tocar y herir de amor, por cuanto ya está todo
regalado y todo sano, el efecto que hace es regalar la llaga, como suele hacer
el buen médico. Por eso dice aquí bien el alma: ¡Oh llaga regalada!... (2,7).
Este cauterio y esta llaga podemos entender que es el más alto grado que en
este estado puede ser, porque hay otras muchas maneras de cauterizar Dios al
alma que ni llegan aquí ni son como ésta, porque ésta es toque sólo de la
Divinidad en el alma, sin forma ni figura alguna intelectual ni imaginaria
…(2,8).
Y lo que
aquí goza el alma no hay más que decir sino que allí siente cuán bien comparado
está en el Evangelio el reino de los cielos al grano de mostaza, que por su
gran calor, aunque tan pequeño, crece en árbol grande (Mt 13,31); pues que el
alma se ve hecha como un inmenso fuego de amor que nace de aquel punto
encendido del corazón del espíritu… (2,11).
Pocas
almas llegan a tanto como esto: mas algunas han llegado, mayormente las de
aquellos cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus
hijos [santa Teresa], dando Dios la riqueza y valor a las cabezas en las
primicias del espíritu según la mayor o menor sucesión que había de tener su
doctrina y espíritu (2,12).
No hay comentarios:
Publicar un comentario