Hoy, 24 de abril, es el aniversario de la beatificación de Santa Teresa de Jesús, que fue concedida en 1614 por el papa Paulo V, mediante el breve que se reproduce en esta entrada. Este es el paso previo para la posterior canonicación, la cual tuvo lugar en 1622. La beatificación suponía que se pudiera celebrar misa y rezar el oficio divino en honor de Teresa de Jesús, debido a la fama de santidad con la que había muerto.
Según el experto teresianista y albense, P. Manuel Diego Sánchez, ocd, el proceso que culminó con la beatificación de Teresa fue extraordinariamente acelerado. En dicho proceso ayudó mucho la fama y difusión que habían tenido los escritos teresianos, incluso entre los monasterios de frailes y monjas carmelitanos fundados por toda Europa. También jugaron un papel primordial ciertos frailes carmelitas españoles que residían en Roma, tales como el mejor amigo de Teresa, Jerónimo Gracian (1545-1614), y Juan de Jesús María calagurritano (1564-1615). El peso político de la monarquía española en la Europa de los siglos XVI y XVII contaba mucho, y Felipe III estaba interesado en primera persona en el asunto de la beatificación, como lo demuestran las diversas cartas y peticiones que hizo al papa.
Como nos cuenta el P. Manuel Diego, las fases más importantes de dicho proceso se hicieron en España, recabando información acerca de la vida y virtudes de Santa Teresa de todas aquellas personas que la conocieron y trataron. Entre 1591-1592, apenas nueve años después de muerta, el obispo de Salamanca hizo las primeras informaciones acerca de la vida de la Madre Fundadora, recogiendo el testimonio de las monjas carmelitas, y personas representativas del clero y de la sociedad civil de Salamanca y Alba de Tormes. Entre 1595-1596 se hicieron las informaciones más amplias por encargo del nuncio papal, esta vez en las fundaciones teresianas. Ya a comienzos del siglo XVII, los obispos de Ávila y Salamanca hicieron otras informaciones acerca de la fama de santidad y milagros, que causaron muy buena impresión en Roma. Luego, por encargo del papa, en 1607, se hacen otras informaciones. Todo sirvió para el proceso de beatificación que culminó en el 1614.
PAULO PAPA V, PARA PERPETUA MEMORIA
Teniendo Nos en la tierra, aunque
indignos, las veces del Rey de la gloria eterna, que corona con diadema de vida
inmortal a sus fieles siervos, por el oficio pastoral que Nos está encomendado,
pesa sobre nosotros la obligación de oír las peticiones de los fieles de
Cristo, especialmente de los Reyes Católicos, de los príncipes y de las
familias religiosas, cuando se ordenan al acrecentamiento del honor y de la
veneración debidos a los siervos de Jesucristo, por lo cual de buena gana les
hacemos gracia de acoger benignamente sus votos, según que vemos convenir
saludablemente en el Señor. Ahora bien, en nombre de todos los amados hijos de la
Orden de Carmelitas Descalzos de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo se
nos ha hecho relación de que la Fundadora de dicha Orden de Carmelitas
Descalzos, Teresa de Jesús, de gloriosa memoria, fue adornada por Dios con
tantas y tan eximias virtudes, gracias y milagros, que la devoción a su nombre
y su memoria florece en el pueblo cristiano; razón por la cual, no solamente la
dicha Orden, sino también Nuestro querido hijo Felipe [III], rey católico de
las Españas, y casi todos los Arzobispos, Obispos, Príncipes, Corporaciones,
Universidades y súbditos de los reinos españoles, han elevado a nosotros
repetidas veces humildes súplicas, pidiéndonos que, mientras la Iglesia concede
a Teresa los honores de la canonización, los cuales, atendidos sus grandes merecimientos
esperan no ha de tardar mucho en otorgárselos, todos y cada uno de los
religiosos de la dicha Orden puedan celebrar el sacrosanto Sacrificio de la
Misa y rezar el Oficio de de dicha Teresa como de Virgen bienaventurada.
Así
pues, Nos, examinada con detención esta causa, por medio de nuestros venerables
hermanos los Cardenales de la santa Iglesia Romana, deputados para los Sacros
Ritos, a quienes encomendamos su estudio, y oído su consejo favorable a estas
peticiones, concedemos que en adelante se pueda celebrar en todos los
monasterios e iglesias de la dicha Orden de Carmelitas Descalzos y por todos
los religiosos de ambos sexos el Oficio y la Misa de la Beata Teresa como de
Virgen, el día de su glorioso tránsito, esto es, el día 5 del mes de Octubre, y
que en la villa de Alba de Tormes,
diócesis de Salamanca, en el monasterio y en la iglesia en que se guarda el
cuerpo de la Beata Teresa, puedan todos los sacerdotes, tanto seculares como
regulares, rezar y celebrar el Oficio y la Misa, respectivamente, en honor de
la dicha Beata Teresa, según las rúbricas del Breviario y del Misal romanos.
Gracias
que, en virtud de Nuestra autoridad apostólica y por las presentes Letras,
concedemos a perpetuidad, sin que obsten las Constituciones y Ordenaciones
apostólicas, ni cosa alguna en contrario. Queremos también que a los traslados
de las presentes Letras, aunque sean impresos, firmados por mano de algún
notario público, y sellados con el sello de cualquier persona constituida en
dignidad eclesiástica, o por el Procurador General de dicha Orden, se les dé la
misma fe y el mismo valor, en juicio y fuera de él, que se daría a nuestras
Letras, si se mostraran y exhibieran.
Dado
en Roma, junto a San Pedro [del Vaticano], y con el sello del Pescador, el día
24 de Abril de 1614, año nono de nuestro Pontificado.
EL VOTO DE ALBA
(Texto del. P. Manuel Diego Sánchez, ocd)
Con ocasión de la beatificación se hicieron fiestas por toda España y Europa, y ya
se pudo celebrar su fiesta anual el 5 de octubre (el 4 era y es la fiesta de S.
Francisco de Asís). En concreto, en Alba de Tormes, se hizo una especie de
octavario después del 5 de octubre de 1614, inaugurando así aquella costumbre
que todavía mantenemos, y es la de continuar o prolongar la fiesta durante 9
días después. Fue en esta ocasión cuando también se hizo el VOTO DE ALBA y de
su comarca (7.10.1614), es decir, el reconocimiento como Patrona a la nueva
beata y, por consiguiente, el considerar ferial (sin trabajo) el día de su
fiesta; poco tiempo después lo hizo también la ciudad de Salamanca.
Las crónicas de los carmelitas
anotan lo siguiente: Poco le pareció a la
noble villa de Alba, tesorera que es de su cuerpo virginal, y a la insigne
ciudad de Salamanca, en cuyo obispado descansa esta preciosísima reliquia, si
no excedían también en las demostraciones. Juntó Alba el clero con su Abad, el
Regimiento secular, con su Gobernador, a siete días del mes de octubre, en que
se celebraba la fiesta de la Octava: y en nombre suyo y de toda su Provincia
ferió su día, y la votó por Patrona, haciendo el juramento en manos del Señor
Don Luís Fernández de Córdoba, obispo de Salamanca, que se hallaba en Alba
visitando el sepulcro y autorizando la solemnidad de su devota santa Teresa.
Vuelto después de dos días a Salamanca, hizo lo mismo en aquella nobilísima
ciudad, y juntando su Cabildo en nuestro Colegio de San Elías, en las manos de
su Ilustrísima votó el guardar el día de la Santa, y la eligió por su especial
Patrona y tutelar. Lo cual el señor Obispo aprobó y confirmó, cuyo ejemplo
siguieron después otras ciudades… (Reforma 4, Madrid 1684, pp.14-15).
Por fortuna tenemos una crónica de
esas primeras fiestas albenses de 1614, publicada junto a las de otras ciudades
de España, y que describen con todo detalle el esfuerzo que se hizo para
celebrar el acontecimiento. Hubo, además de los consabidos actos religiosos,
toros, fuegos de artificio, representaciones teatrales, concursos literarios,
demostraciones artísticas, como también la construcción de arquitecturas
efímeras, todo con el fin de honrar a la nueva beata. Es una crónica larga y
detallada, fuera de lo normal, más extensa que la de otros lugares de España, y
que se puede leer en el siguiente volumen impreso:
DIEGO DE SAN JOSÉ, OCD, Compendio de las solemnes fiestas que en
toda España se hicieron en la beatificación de N.B.M. Teresa de Jesús… En prosa
y en verso… Madrid, Viuda de Alonso
Martín, 1615, [4], 232 p., 21 cm.
En los folios 7v-27v se halla
registrada la crónica albense de la primera octava de fiestas en honor de la
beata Teresa de Jesús, comenzando el 3 de octubre por la tarde con la llegada
del obispo de Salamanca. El autor anónimo del relato (seguramente un fraile
carmelita descalzo) ensalza de esta manera la situación de la villa:
Es la villa
de Alba cabeza de los estados y títulos de la Ilustre casa de los Toledos, y
por este renombre de Duques de Alba se han dado a conocer sus dueños, y hecho
temer mediante su gran valor en armas, prudencia y cristiandad en las más
remotas, bárbaras y belicosas naciones con acrecentamientos de la Corona Real,
exaltación de nuestra Santa Fe Católica, honor de la Iglesia Romana, y gran
ventura de esta villa que ha merecido tener por señores, varones tan
esforzados, que por ellos es el /8v/ nombre de Alba respetado por todo el
mundo. Y si por ser posesión de tan valerosos Príncipes, la llamamos dichosa, y
sin duda lo es; por poseer ella joya de de tanto valor, y estima, como el santo
cuerpo de la gloriosa Virgen Teresa, a quien Dios por su poder maravilloso para
manifestación de los merecimientos de su sierva conserva allí, no sólo
incorrupto, sino que destila abundante oleo de suavísima fragancia, y de
milagrosos efectos: ¿quién podrá dudar que es felicísima? No lo dudan cierto
sus moradores, antes reconocidos a Dios por tan crecido don, y deseando hacer
de él aprecio debido, con demostraciones de su gran voluntad, han procurado
adelantarse en celebrar y festejar la Beatificación de su Patrona. Para lo cual
no han reparado en las expensas, ni perdonado los gastos: antes con ser lugar
de moderada grandeza y vecindad, pues escasamente tiene setecientos vecinos,
(si bien de sus ruinas, espacio y comprehensión de muros, número de Parroquias,
que llegan a diez, y de Monasterios, que son cinco, se colige haber sido en
tiempos atrás, lugar más populoso) se ha alargado a gastar en competencia de
las más ricas ciudades, que en esta ocasión asaz han dado a entender lo que
estiman a la Santa, y cuán entrañada tienen en el alma su devoción.
Han
hecho lucidas grandemente estas fiestas, la magnificencia y liberalidad con que
los Señores Duques de Alba, llevados de su gran piedad y devoción, ayudaron por
su parte a los gastos, enviando desde la Corte toda la grandeza de sus
recámaras, vajillas, y colgaduras, de que en sus lugares se hará memoria, y
mandando se acudiese al sustento de los Religiosos Descalzos Carmelitas,
durante el tiempo de las fiestas, conforme a la grandeza de quien lo mandaba.
Sirvan estas líneas para recordar
este evento que podemos considerar el 1º acto de culto que Santa Teresa recibió
en Alba de Tormes en el mes de octubre, naturalmente hablamos de culto
litúrgico oficial, como consecuencia directa de la beatificación en abril del
mismo año, porque la devoción popular hacia Santa Teresa es un hecho que nace a
raíz de su misma muerte y sepultura en la villa.