
Llegó y triunfó, todos querían una foto con él, y D. José accedía con simpatía a los requerimientos de las damas, de los fotógrafos aficionados, de todos los presentes, hasta de un grupo de excursionistas que se lo encontraron como cual atracción turística local.
Visitó el Museo de los Padres Carmelitas y departió con unos y con otros. Lástima que su faena de la tarde no pudiera ser tan aplaudida como su gesto de religiosidad y cortesía.
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