martes, 24 de abril de 2012

Paulo Papa V, para perpetua memoria.


Hoy, 24 de abril, es el aniversario de la beatificación de Santa Teresa de Jesús, que fue concedida en 1614 por el papa Paulo V, mediante el breve que se reproduce en esta entrada.  Este es el paso previo para la posterior canonicación, la cual tuvo lugar en 1622. La beatificación suponía que se pudiera celebrar misa y rezar el oficio divino en honor de Teresa de Jesús, debido a la fama de santidad con la que había muerto. 

Según el experto teresianista y albense, P. Manuel Diego Sánchez, ocd, el proceso que culminó con la beatificación de Teresa fue extraordinariamente acelerado. En dicho proceso ayudó mucho la fama y difusión que habían tenido los escritos teresianos, incluso entre los monasterios de frailes y monjas carmelitanos fundados por toda Europa. También jugaron un papel primordial ciertos frailes carmelitas españoles que residían en Roma, tales como el mejor amigo de Teresa, Jerónimo Gracian (1545-1614), y Juan de Jesús María calagurritano (1564-1615). El peso político de la monarquía española en la Europa de los siglos XVI y XVII contaba mucho, y Felipe III estaba interesado en primera persona en el asunto de la beatificación, como lo demuestran las diversas cartas y peticiones que hizo al papa. 
 


Como nos cuenta el P. Manuel Diego, las fases más importantes de dicho proceso se hicieron en España, recabando información acerca de la vida y virtudes de Santa Teresa de todas aquellas personas que la conocieron y trataron. Entre 1591-1592, apenas nueve años después de muerta, el obispo de Salamanca hizo las primeras informaciones acerca de la vida de la Madre Fundadora, recogiendo el testimonio de las monjas carmelitas, y personas representativas del clero y de la sociedad civil de Salamanca y Alba de Tormes. Entre 1595-1596 se hicieron las informaciones más amplias por encargo del nuncio papal, esta vez en las fundaciones teresianas. Ya a comienzos del siglo XVII, los obispos de Ávila y Salamanca hicieron otras informaciones acerca de la fama de santidad y milagros, que causaron muy buena impresión en Roma. Luego, por encargo del papa, en 1607, se hacen otras informaciones. Todo sirvió para el proceso de beatificación que culminó en el 1614.



PAULO PAPA V, PARA PERPETUA MEMORIA
Teniendo Nos en la tierra, aunque indignos, las veces del Rey de la gloria eterna, que corona con diadema de vida inmortal a sus fieles siervos, por el oficio pastoral que Nos está encomendado, pesa sobre nosotros la obligación de oír las peticiones de los fieles de Cristo, especialmente de los Reyes Católicos, de los príncipes y de las familias religiosas, cuando se ordenan al acrecentamiento del honor y de la veneración debidos a los siervos de Jesucristo, por lo cual de buena gana les hacemos gracia de acoger benignamente sus votos, según que vemos convenir saludablemente en el Señor. Ahora bien, en nombre de todos los amados hijos de la Orden de Carmelitas Descalzos de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo se nos ha hecho relación de que la Fundadora de dicha Orden de Carmelitas Descalzos, Teresa de Jesús, de gloriosa memoria, fue adornada por Dios con tantas y tan eximias virtudes, gracias y milagros, que la devoción a su nombre y su memoria florece en el pueblo cristiano; razón por la cual, no solamente la dicha Orden, sino también Nuestro querido hijo Felipe [III], rey católico de las Españas, y casi todos los Arzobispos, Obispos, Príncipes, Corporaciones, Universidades y súbditos de los reinos españoles, han elevado a nosotros repetidas veces humildes súplicas, pidiéndonos que, mientras la Iglesia concede a Teresa los honores de la canonización, los cuales, atendidos sus grandes merecimientos esperan no ha de tardar mucho en otorgárselos, todos y cada uno de los religiosos de la dicha Orden puedan celebrar el sacrosanto Sacrificio de la Misa y rezar el Oficio de de dicha Teresa como de Virgen bienaventurada.
            Así pues, Nos, examinada con detención esta causa, por medio de nuestros venerables hermanos los Cardenales de la santa Iglesia Romana, deputados para los Sacros Ritos, a quienes encomendamos su estudio, y oído su consejo favorable a estas peticiones, concedemos que en adelante se pueda celebrar en todos los monasterios e iglesias de la dicha Orden de Carmelitas Descalzos y por todos los religiosos de ambos sexos el Oficio y la Misa de la Beata Teresa como de Virgen, el día de su glorioso tránsito, esto es, el día 5 del mes de Octubre, y que en la villa de Alba de Tormes, diócesis de Salamanca, en el monasterio y en la iglesia en que se guarda el cuerpo de la Beata Teresa, puedan todos los sacerdotes, tanto seculares como regulares, rezar y celebrar el Oficio y la Misa, respectivamente, en honor de la dicha Beata Teresa, según las rúbricas del Breviario y del Misal romanos.
            Gracias que, en virtud de Nuestra autoridad apostólica y por las presentes Letras, concedemos a perpetuidad, sin que obsten las Constituciones y Ordenaciones apostólicas, ni cosa alguna en contrario. Queremos también que a los traslados de las presentes Letras, aunque sean impresos, firmados por mano de algún notario público, y sellados con el sello de cualquier persona constituida en dignidad eclesiástica, o por el Procurador General de dicha Orden, se les dé la misma fe y el mismo valor, en juicio y fuera de él, que se daría a nuestras Letras, si se mostraran y exhibieran.
            Dado en Roma, junto a San Pedro [del Vaticano], y con el sello del Pescador, el día 24 de Abril de 1614, año nono de nuestro Pontificado.

EL VOTO DE ALBA
(Texto del. P. Manuel Diego Sánchez, ocd)
Con ocasión de la beatificación se hicieron fiestas por toda España y Europa, y ya se pudo celebrar su fiesta anual el 5 de octubre (el 4 era y es la fiesta de S. Francisco de Asís). En concreto, en Alba de Tormes, se hizo una especie de octavario después del 5 de octubre de 1614, inaugurando así aquella costumbre que todavía mantenemos, y es la de continuar o prolongar la fiesta durante 9 días después. Fue en esta ocasión cuando también se hizo el VOTO DE ALBA y de su comarca (7.10.1614), es decir, el reconocimiento como Patrona a la nueva beata y, por consiguiente, el considerar ferial (sin trabajo) el día de su fiesta; poco tiempo después lo hizo también la ciudad de Salamanca.
Las crónicas de los carmelitas anotan lo siguiente: Poco le pareció a la noble villa de Alba, tesorera que es de su cuerpo virginal, y a la insigne ciudad de Salamanca, en cuyo obispado descansa esta preciosísima reliquia, si no excedían también en las demostraciones. Juntó Alba el clero con su Abad, el Regimiento secular, con su Gobernador, a siete días del mes de octubre, en que se celebraba la fiesta de la Octava: y en nombre suyo y de toda su Provincia ferió su día, y la votó por Patrona, haciendo el juramento en manos del Señor Don Luís Fernández de Córdoba, obispo de Salamanca, que se hallaba en Alba visitando el sepulcro y autorizando la solemnidad de su devota santa Teresa. Vuelto después de dos días a Salamanca, hizo lo mismo en aquella nobilísima ciudad, y juntando su Cabildo en nuestro Colegio de San Elías, en las manos de su Ilustrísima votó el guardar el día de la Santa, y la eligió por su especial Patrona y tutelar. Lo cual el señor Obispo aprobó y confirmó, cuyo ejemplo siguieron después otras ciudades… (Reforma 4, Madrid 1684, pp.14-15).

Por fortuna tenemos una crónica de esas primeras fiestas albenses de 1614, publicada junto a las de otras ciudades de España, y que describen con todo detalle el esfuerzo que se hizo para celebrar el acontecimiento. Hubo, además de los consabidos actos religiosos, toros, fuegos de artificio, representaciones teatrales, concursos literarios, demostraciones artísticas, como también la construcción de arquitecturas efímeras, todo con el fin de honrar a la nueva beata. Es una crónica larga y detallada, fuera de lo normal, más extensa que la de otros lugares de España, y que se puede leer en el siguiente volumen impreso:

DIEGO DE SAN JOSÉ, OCD, Compendio de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de N.B.M. Teresa de Jesús… En prosa y en verso…  Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1615, [4], 232 p., 21 cm.

 En los folios 7v-27v se halla registrada la crónica albense de la primera octava de fiestas en honor de la beata Teresa de Jesús, comenzando el 3 de octubre por la tarde con la llegada del obispo de Salamanca. El autor anónimo del relato (seguramente un fraile carmelita descalzo) ensalza de esta manera la situación de la villa:

Es la villa de Alba cabeza de los estados y títulos de la Ilustre casa de los Toledos, y por este renombre de Duques de Alba se han dado a conocer sus dueños, y hecho temer mediante su gran valor en armas, prudencia y cristiandad en las más remotas, bárbaras y belicosas naciones con acrecentamientos de la Corona Real, exaltación de nuestra Santa Fe Católica, honor de la Iglesia Romana, y gran ventura de esta villa que ha merecido tener por señores, varones tan esforzados, que por ellos es el /8v/ nombre de Alba respetado por todo el mundo. Y si por ser posesión de tan valerosos Príncipes, la llamamos dichosa, y sin duda lo es; por poseer ella joya de de tanto valor, y estima, como el santo cuerpo de la gloriosa Virgen Teresa, a quien Dios por su poder maravilloso para manifestación de los merecimientos de su sierva conserva allí, no sólo incorrupto, sino que destila abundante oleo de suavísima fragancia, y de milagrosos efectos: ¿quién podrá dudar que es felicísima? No lo dudan cierto sus moradores, antes reconocidos a Dios por tan crecido don, y deseando hacer de él aprecio debido, con demostraciones de su gran voluntad, han procurado adelantarse en celebrar y festejar la Beatificación de su Patrona. Para lo cual no han reparado en las expensas, ni perdonado los gastos: antes con ser lugar de moderada grandeza y vecindad, pues escasamente tiene setecientos vecinos, (si bien de sus ruinas, espacio y comprehensión de muros, número de Parroquias, que llegan a diez, y de Monasterios, que son cinco, se colige haber sido en tiempos atrás, lugar más populoso) se ha alargado a gastar en competencia de las más ricas ciudades, que en esta ocasión asaz han dado a entender lo que estiman a la Santa, y cuán entrañada tienen en el alma su devoción.
Han hecho lucidas grandemente estas fiestas, la magnificencia y liberalidad con que los Señores Duques de Alba, llevados de su gran piedad y devoción, ayudaron por su parte a los gastos, enviando desde la Corte toda la grandeza de sus recámaras, vajillas, y colgaduras, de que en sus lugares se hará memoria, y mandando se acudiese al sustento de los Religiosos Descalzos Carmelitas, durante el tiempo de las fiestas, conforme a la grandeza de quien lo mandaba.



Sirvan estas líneas para recordar este evento que podemos considerar el 1º acto de culto que Santa Teresa recibió en Alba de Tormes en el mes de octubre, naturalmente hablamos de culto litúrgico oficial, como consecuencia directa de la beatificación en abril del mismo año, porque la devoción popular hacia Santa Teresa es un hecho que nace a raíz de su misma muerte y sepultura en la villa.